Terciopelo de caderas
sobre una piel que arde
con vergüenza, con ganas.
Labios condenados a varar
al mismo puerto, una
y otra vez.
Sensaciones de pies fríos
con ternura, entre los lazos
de algo que vibra.
Un secreto de miradas
encendidas,
de arañazos a la cordura,
de lunas en tu piel.
Y ya no quiero ser
astronauta
de otro satélite que no sea
tu vientre,
que no tiemble (entre las
yemas de mis dedos).
Y ya no busco otra caricia
que no sea de una mano roja,
o de unos ojos sinceros, los
tuyos.
Y ya hay toda una vida que
escapa
a los sentidos de mi razón,
que vaga
y llega al mismo puerto que
mis labios: tú.
Y tus razones.
Y tus razones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario