Incluso ahora. Ahora que me
tienes en tus brazos cuando queremos, ahora que nos amamos campo a través con
los ojos encendidos y los corazones en la boca. Incluso ahora, eres mi tormento
de pecados y tristezas.
Jamás admitiré mi palabra
delante de tu boca. No podré en manos de un juez cualquier afirmación que
aparezca en este papel. Pero es así, pero sucede.
Incluso ahora me siento
gata. Incluso ahora me siento sola. Y tus manos curan mis heridas, y tu boca
las cicatriza. Pero siguen estando ahí, y salen más y más.
Incluso ahora estoy maldita.
Veo mis problemas a través de la ventana que tus ojos abren en mí. Los veo, se
ríen de mí en mi cara. Intento atraparlos, pedirles explicaciones, pero solo
ríen. Y tú me miras sin comprender, y yo me siento maldita.
Incluso ahora, sí, incluso
cuando cada noche pienso en ti sin sentirme culpable. Incluso ahora mis manos
parecen convertirse en ceniza y mis ojos no hacen más que llorar mares de sal y
azúcar, e imploran una explicación a medianoche, que ni tus labios ni tus
razones me pueden dar.
Incluso ahora siento como a
veces mi corazón decide latir descompasado, incluso cuando tengo la partitura
del tuyo entre las yemas de mis dedos, incluso en ese instante diverjo. Y toco
las notas por mi sangre caliente, y se vuelve fría, distante, absurda, llena de
miedo. Incluso con tu mano posada en mi cara, incluso con la sutileza de tu
gesto, incluso ahora tengo miedo.
Incluso ahora soy incapaz de
decirte si somos afortunados o no tenemos nada que ver con la suerte. Con la
suerte de mirarnos, con la suerte de extinguirnos. Incluso cuando me miro las
manos desnudas, llenas de tinta negra, no puedo decirte si somos suerte o solo
ganas.
Incluso ahora, incluso ahora
que ya no hay palabras en mi triste mente para dedicarte, incluso cuando creo
que repito tus gestos y caricias constantemente, y que solo escribo sobre tu
pecho, incluso ahora no puedo evitar hacerlo.
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